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Seguro que en muchas ocasiones has pensado que cuando eras más joven, dormías mejor. Te contamos el porqué.

Dormir bien es esencial para lograr un buen rendimiento a nivel cognitivo, emocional y físico. Por eso, no debemos minimizar su importancia, pues al fin y al cabo, sin dormir bien, no nos sentiremos bien.

El descanso es crucial para nuestra salud y bienestar general en cualquiera de las etapas de nuestra vida, pero a medida que envejecemos, debemos prestarle especial atención al “Buen Dormir”, especialmente a partir de los 50, debido a que esta es una etapa en la que se producen cambios en nuestro cuerpo que pueden afectar al descanso.

Dormir bien a partir de los 50 puede ser una tarea difícil. ¿Te has preguntado por qué? Te lo contamos.

 

Nueva llamada a la acción

 

¿Cuáles son los cambios que se experimentan a partir de los 50?

En primer lugar, ¿qué es el sueño? Se puede definir como la ausencia de vigilia (cuando se está despierto). Pero el concepto de sueño es más complejo y amplio, puesto que, se trata de una necesidad básica que realiza nuestro organismo para cumplir una serie de funciones, como la renovación de energía, regulación de emociones o la secreción de hormonas.

Para entenderlo mejor, debemos hablar sobre el sistema que dirige el sueño: los ritmos circadianos. Se trata de cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas. A medida que nuestra edad avanza, nuestros ritmos circadianos van cambiando. ¿Esto en qué nos afecta?

 

  • El sueño profundo. A más edad, menos capacidad de alcanzar el sueño profundo.
  • Disminución del tejido muscular. A partir de los 30, hay una menor presencia de la hormona del crecimiento y de la testosterona, debido a que con el envejecimiento surge el deterioro normal y natural de dicha hormona.
  • Menor calcio. Con el paso de los años, los huesos tienen mayor dificultad para absorber el calcio, afectando así a algunas partes físicas de nuestro cuerpo.

 

Trastornos del sueño asociados a la edad

  1. Insomnio. Es un trastorno del sueño bastante común en personas mayores. Se trata de la dificultad de conciliar el sueño y de alcanzar  el sueño profundo.
  2. Síndrome de apnea del sueño. Padecer este síndrome provoca pausas o reducciones breves (10 segundos o más) en la respiración mientras dormimos. Algunos de los factores de riesgo para experimentar este síndrome son:
    1. Edad. Las probabilidades de desarrollar el síndrome de apnea del sueño aumentan con la edad, especialmente a partir de los 50 años.
    2. Género. El género masculino es más propenso a desarrollarlo, especialmente en las primeras etapas de la vida adulta.
  3. Síndrome de piernas inquietas (SPI). Consiste en un trastorno de movimiento caracterizado por sensaciones desagradables en las extremidades inferiores y la necesidad involuntaria de moverlas. Sucede principalmente durante el reposo y durante la noche. Las sensaciones pueden ser varias : ardor, picazón, hormigueo… Este síndrome afecta a la calidad de sueño porque tiende a interrumpirlo.
  4. Movimientos periódicos de las piernas. Se trata de un síndrome inusual, caracterizado por experimentar sacudidas, espasmos o movimientos en las piernas de manera involuntaria y repetitiva.
  5. Síndrome del retraso y adelanto del sueño. Con el avance de la edad, es más probable padecer estos síndromes, debido a las alteraciones en el ritmo circadiano. Las consecuencias abarcan cansancio, somnolencia o irritabilidad.
  6. Somnolencia postraumática. Sufrir un daño en el sistema nervioso central puede contribuir a la aparición de este síndrome, que causa síntomas como fatiga, dolor de cabeza y dificultad de concentración.

 

No olvidemos que padecer algunos de estos trastornos dependen de otros factores además de la edad, y son solucionables si se siguen las pautas adecuadas indicadas por un especialista.

Si quieres saber más, no dudes en echarle un vistazo a nuestro E-book “Dormir bien a partir de los 50”.