Skip to main content

Despertarse bruscamente con sensación de ahogo y tos es una experiencia angustiante que muchas personas describen como si se estuvieran asfixiando en mitad de la noche. Si bien es fácil pensar que se trata de un simple mal sueño o una reacción puntual, la realidad es que puede haber causas médicas detrás que conviene no ignorar.

Reflujo faringolaríngeo: un culpable silencioso

Una de las explicaciones más frecuentes para este tipo de episodios es el reflujo faringolaríngeo. A diferencia del reflujo gastroesofágico clásico —el que suele venir acompañado de ardor o acidez—, este tipo de reflujo puede no presentar esos síntomas tan reconocibles. En su lugar, el ácido asciende silenciosamente desde el estómago hasta la garganta, irritando las vías respiratorias superiores y provocando una reacción de defensa: espasmos laríngeos, tos y la sensación de ahogo.

En estos casos, lo más recomendable es realizar una laringoscopía directa. Esta prueba permite observar el estado de la laringe y comprobar si existe inflamación o daño compatible con el reflujo. Según los resultados, el tratamiento suele incluir medidas para controlar la acidez estomacal, así como ajustes en la dieta y en los hábitos antes de dormir.

¿Y si fuera apnea del sueño?

Otra posibilidad a considerar es la apnea obstructiva del sueño, sobre todo si se presentan ronquidos habituales y pausas respiratorias durante la noche, observadas por otra persona. En estos casos, el despertar brusco con tos y sensación de asfixia podría deberse a que el cuerpo reacciona ante la falta de oxígeno. Esta condición también puede tener consecuencias para la salud cardiovascular.

Un estudio del sueño es la prueba indicada para diagnosticarla y, si se confirma, existen tratamientos eficaces como el uso de dispositivos CPAP que mantienen las vías respiratorias abiertas durante la noche. Aquí te contamos 6 trucos para la apnea del sueño.

¿Espasmo laríngeo sin reflujo?

En algunos casos, la causa inmediata es un espasmo laríngeo: una contracción involuntaria de las cuerdas vocales que bloquea temporalmente la entrada de aire. Aunque puede parecer que no hay una causa clara, en la mayoría de ocasiones estos espasmos también están relacionados con el reflujo ácido, incluso cuando no hay síntomas digestivos evidentes. El tratamiento del reflujo suele ser eficaz para prevenir nuevos episodios.

Nueva llamada a la acción

Otras causas a tener en cuenta

Aunque el reflujo faringolaríngeo y la apnea del sueño son las causas más frecuentes, no son las únicas que pueden provocar que alguien experimente estos episodios. Existen otras condiciones médicas y factores que también deben considerarse:

  • Disnea paroxística nocturna (DPN): Es un síntoma caracterizado por la dificultad repentina para respirar que despierta al paciente tras haber estado acostado durante un tiempo. Suele asociarse a problemas cardíacos, especialmente a la insuficiencia cardíaca congestiva. En estos casos, el líquido se acumula en los pulmones durante la noche, dificultando la respiración.
  • Obesidad: El exceso de peso puede comprimir las vías respiratorias al estar tumbado, dificultando la respiración y aumentando el riesgo de apnea del sueño o reflujo. Además, la obesidad es un factor de riesgo para la insuficiencia cardíaca, lo que puede agravar aún más los episodios nocturnos.
  • Ataques de pánico: Algunas personas pueden experimentar crisis de ansiedad o ataques de pánico mientras duermen. Aunque más infrecuente, el despertar súbito con sensación de ahogo puede estar relacionado con una respuesta emocional intensa del sistema nervioso. A menudo se acompaña de palpitaciones, sudoración y una sensación de peligro inminente.
  • Insuficiencia cardíaca: Cuando el corazón no bombea adecuadamente, el retorno venoso se ve afectado y puede acumularse líquido en los pulmones. Esto dificulta la oxigenación y puede provocar despertares nocturnos con sensación de falta de aire y tos, en especial en posición horizontal.
  • Trastornos del sueño relacionados con el sistema nervioso central (como las parasomnias): En algunos casos, episodios de despertar abrupto con síntomas físicos intensos pueden estar relacionados con alteraciones neurológicas o comportamentales del sueño, como el trastorno de despertar confusional o los terrores nocturnos, especialmente en personas con antecedentes de trastornos del sueño.

Ante cualquiera de estos síntomas, es fundamental no automedicarse y acudir a un profesional para identificar la causa exacta y comenzar el tratamiento adecuado.

Cuando el cuerpo avisa mientras dormimos

Aunque despertar con sensación de asfixia puede parecer un episodio aislado, no conviene restarle importancia. Despertarse bruscamente con sensación de ahogo y tos puede ser la forma en que nuestro cuerpo nos está avisando de que algo no va bien en las vías respiratorias o en el sistema digestivo. Consultar con un especialista en otorrinolaringología o en medicina del sueño es el primer paso para recuperar noches tranquilas y, sobre todo, proteger nuestra salud a largo plazo.