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En el ajetreado mundo moderno, el sueño se ha convertido en un bien preciado, y su impacto en la salud general es cada vez más evidente. Desde una perspectiva de bienestar integral, la relación entre la calidad del sueño y la salud cardiovascular emerge como un tema de vital importancia, en la que los cardiólogos y especialistas en medicina del sueño se encuentran en la posición de abordar esta interrelación y sus implicaciones para la prevención y el manejo de enfermedades cardiovasculares.

 

 Un 10% de la población general tiene insomnio crónico y, además, se presenta como síntoma transitorio en el 25-35% de la misma.

De esta manera, en el artículo de esta semana, contamos con la visión y los conocimientos de José Antonio Hurtado Martínez, facultativo especialista de Área en Cardiología en el Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, para explorar cómo el sueño influye en la salud del corazón y qué consideraciones debemos tener en cuenta para mantener un sueño reparador.

 

 

¿Cómo la falta de sueño puede influir en la aparición y progresión de enfermedades cardiovasculares?

 

Desde hace varias décadas es conocido que la alteración en la duración y la calidad del sueño están relacionadas con mayor mortalidad y menor calidad de vida.

El insomnio se caracteriza por la insatisfacción con la cantidad o calidad del sueño, con uno o más de los siguientes criterios: dificultad para iniciar el sueño, dificultad para mantener el sueño (despertares frecuentes), despertar temprano, por lo menos tres veces por semana, durante tres meses.

La alteración del sueño causa malestar y un deterioro clínicamente significativo en la vida diaria, que se manifiesta por uno o más de estos problemas: fatiga, somnolencia diurna, alteración en la atención, concentración o memoria, alteración en el estado de ánimo, o en el comportamiento, deterioro del rendimiento laboral o académico o relaciones sociales o familiares. Un 10% de la población general tiene insomnio crónico y se presenta como síntoma transitorio en el 25-35%. Es más frecuente en ancianos y mujeres, y se relaciona con problemas de ansiedad, situaciones de estrés, enfermedades o consumo de sustancias.

El insomnio prolongado puede ser factor de riesgo independiente para las enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial y diabetes. La falta de sueño aumenta el riesgo de padecer hipertensión, insuficiencia cardíaca y enfermedad coronaria, sobre todo cuando se duerme menos de 6 horas diarias.

 

¿Existen diferencias significativas en el riesgo cardiovascular entre aquellos que tienen un sueño irregular o interrumpido en comparación con los que tienen un sueño de calidad?

 

Los pacientes con diagnóstico de insomnio tienen un 21-24% más de riesgo de padecer hipertensión arterial.

Se ha comprobado que existe una correlación importante entre el insomnio con el aumento de la rigidez arterial y la aterosclerosis carotidea. Las personas con síntomas de insomnio tienen un 41-55 % de mayor riesgo de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y enfermedad coronaria.

El trabajo nocturno también está relacionado con un mayor riesgo de problemas cardíacos. Las personas que trabajan en turnos de noche tienen un mayor riesgo de desarrollar un ritmo cardíaco irregular y a menudo anormalmente rápido llamado fibrilación auricular. Cuanto más tiempo y más frecuentemente las personas trabajaban en turnos nocturnos durante su vida, mayor es su riesgo.

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¿Cuál es el papel de los trastornos del sueño, como la apnea del sueño, en el desarrollo de enfermedades cardíacas y cómo se relacionan estos trastornos con la función cardíaca?

 

La apnea del sueño es una patología que consiste en la obstrucción de la vía aérea cuando el paciente se encuentra dormido. Cuando esto sucede, genera una gran dificultad para el intercambio de gases y de aire, provocando la interrupción de la respiración y un fuerte ronquido. Se denomina apnea cuando la pausa respiratoria es de al menos unos diez segundos.

Las apneas durante el sueño producen de forma aguda una serie de consecuencias en la circulación que incluyen: hipertensión arterial y pulmonar, incremento de la sobrecarga del corazón y disminución de la cantidad de sangre bombeada, fenómenos todos ellos resultado de la estimulación simpática, de las pausas y esfuerzos respiratorios, de las alteraciones en la presión intratorácica y de la falta de oxígeno y retención de carbónico

De forma crónica, el síndrome de apneas-hipopneas durante el sueño se ha relacionado con hipertensión arterial sistémica diurna, cardiopatía isquémica e insuficiencia cardiaca congestiva. Se ha observado que el tratamiento con presión positiva continua nasal nocturna sobre la vía aérea superior, disminuye el número de apneas centrales y también reduce los valores de presión arterial en pacientes con síndrome de apneas-hipopneas e hipertensión arterial.

Se define el síndrome de la apnea obstructiva del sueño, como la presencia de cinco o más eventos respiratorios por hora de sueño con síntomas o comorbilidades, o como la presencia de 15 eventos respiratorios por hora de sueño independiente de los síntomas y comorbilidades.

La implementación de la polisomnografía en las diagnostico del sueño permite identificar alteraciones que ocurren durante el sueño y establecer criterios para el tratamiento de la apnea del sueño. La importancia de realizar el diagnóstico temprano permite administrar la terapia con presión positiva en la vía aérea en diferentes modalidades y de esta manera modificar los mecanismos fisiopatológicos que alteran la arquitectura del sueño y la función cardiopulmonar.

 

¿Cómo podemos colaborar de manera más efectiva con especialistas en medicina del sueño para optimizar el manejo de los pacientes con enfermedades cardiovasculares y trastornos del sueño?

 

La investigación demuestra una clara asociación entre la alteración del sueño y un mayor riesgo de hipertensión arterial, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Es fundamental colaborar de manera efectiva con especialistas en medicina del sueño para optimizar el manejo de estos pacientes, ofreciendo tratamientos personalizados que aborden tanto los trastornos del sueño como las condiciones cardiovasculares con un enfoque integral que considere la terapia conductual, los cambios en el estilo de vida y, cuando sea necesario, la terapia farmacológica.

 

Para el tratamiento del insomnio resulta importante obtener una buena historia clínica, en la que se debe recoger la información sobre tiempo de insomnio y su naturaleza: insomnio de conciliación, de mantenimiento o de despertar precoz. El paciente debe detallar las características del ciclo sueño-vigilia (horas de acostarse y levantarse, la cantidad de tiempo que se tarda en dormir al acostarse, sueño diurno), y el consumo de fármacos, café, alcohol o drogas.

En segundo lugar, hay que realizar estudios polisomnográficos para confirmar el diagnóstico de los trastornos del sueño y determinar su gravedad. Estos estudios también son útiles para monitorear la respuesta al tratamiento a lo largo del tiempo.

Coordinar el tratamiento tanto farmacológico como no farmacológico de los trastornos del sueño con el especialista es otra medida crucial. Esto implica considerar las posibles interacciones, contraindicaciones y efectos adversos de los medicamentos, así como las preferencias y características individuales de cada paciente.

Recomendar medidas de higiene del sueño, como mantener un horario regular de sueño, evitar el consumo de alcohol, cafeína y tabaco, realizar ejercicio físico moderado, y crear un ambiente cómodo y silencioso en el dormitorio, también son acciones importantes para mejorar la calidad del sueño de los pacientes.

Por último, es esencial realizar un seguimiento periódico de los pacientes con enfermedades cardiovasculares y trastornos del sueño. Esto implica evaluar la adherencia al tratamiento, la evolución de los síntomas, la calidad del sueño y la aparición de complicaciones o efectos secundarios a lo largo del tiempo.

 

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